martes, 14 de septiembre de 2010

Juliaca, Ciudad calcetera.

martes, 14 de septiembre de 2010

Juliaca es conocida por diversas denominaciones, ya sean por aquellas de trascendencia histórica como por las de orden coyuntural. De todos estos calificativos, uno de los más utilizados y significativos, es el de “Ciudad Calcetera”.

En el presente artículo, intentamos encontrar los fundamentos de este sobrenombre; para tal cometido, es necesario remontarnos al Período Arcaico y a las culturas que han florecido en estos lares, desde la cultura Qaluyo hasta la Inka.

En el Período Arcaico, después de la aparición de recolectores, cazadores, pescadores, agricultores y pastores se produjeron decisivos descubrimientos, era una época caracterizada por un notable desarrollo de la civilización. En opinión de Luis Guillermo Lumbreras, dos descubrimientos “son principales: la técnica de la construcción de viviendas y el tejido”. Así, el arte textil, en el área andina, surgía junto con la arquitectura.

Después, por los años 800 a.C., en Juliaca se advirtió la presencia de aldeas Qaluyo. Por investigaciones del arqueólogo Oscar Ayca Gallegos, se conoce que de esa cultura "Quedan como evidencias... Instrumentos de labranza, del arte textil, restos de alimentos y cerámica fragmentada". Es más, el mismo arqueólogo logró identificar en las evidencias "instrumentos de hueso de arte textil", cuya data es de 500 a. C., es decir de hace 2500 años. Desde ese tiempo, se ejercitaba masivamente el arte textil en Juliaca y conforme se sucedieron las culturas Pukara (Waynarroque), Tiwanaku, Qolla e Inka, se acentuó su práctica, lográndose un mayor perfeccionamiento y una primacía en el altiplano.

Al Período Intermedio Temprano, que comprende a la cultura Pukara y Waynarroque, Federico Kauffmann lo denominó como el de los Maestros Artesanos, por ser un "período de apogeo cultural-artesanal... caracterizado por el singular apogeo alcanzado en el terreno de las artesanías". En ese período, se ha concretado la especialización del arte, tal es el caso de la elaboración peculiar de camélidos, que después se hicieron famosos como toritos de Pucará. Se presume que en ese período, particularmente durante el apogeo del desarrollo local Waynarroque, los pobladores juliaqueños de entonces se hayan especializado en el arte textil. Un dato que refuerza la tesis de que una de las actividades de mayor desarrollo en Juliaca, fue el arte textil, es el suministrado por el historiador Eduardo Pineda Arce; según esa información, en las postrimerías del período colonial, en 1813, en el Altiplano boliviano, el ejército realista al mando de Goyoneche y Pio Tristán, afrontaba serios problemas de alimentación y vestuario; ante tal situación, se vieron obligados a solicitar al Intendente de Puno diversos aditamentos, expresamente 2000 pares de zapatos y 1000 pares de medias, los mismos se consiguieron en los pueblos que lograron especializarse en la confección de las prendas requeridas. Es ilustrativo, pues, el siguiente fragmento de Pineda Arce, que apareció en el diario El Siglo: "En esos tiempos... las industrias indígenas han prestado importantes servicios... cabe anotar... las demandas... de los zapatos que los indios fabricaban en Huatta y de las calcetas que actualmente se tejen en Juliaca".

No sólo los de Juliaca tenían predilección por el arte textil, sino también poblaciones vecinas, como la de Caracoto; no obstante que esa preferencia era menor que en la “Ciudad de los Vientos”. Al respecto, una referencia importante, que revela la ocupación de los pobladores y la distribución de su producción, es la del viajero alemán Heinrich Witt, quien estuvo de tránsito por Juliaca el 21 de noviembre de 1826 y en la noche de ese día pernoctó en Caracoto. Según ese testimonio: “la población de Caracoto y de las estancias que rodean es de alrededor de 1300 almas. Su ocupación es la de hilar un tejido de lana muy gruesa, la cual mandan a vender a Arequipa, Moquegua y otros lugares”.

Desde esos años, ya se motejaba a Juliaca como pueblo calcetero. Con el correr de los años se acentuó este apelativo, se hizo más patente cuando este pueblo se convirtió en nudo ferroviario y en centro de transacciones comerciales de la lana.

Existen otras alusiones que valen dar cuenta. Vicente A. Jiménez en su libro Apuntes geográficos del departamento de Puno (1924), al tratar sobre Juliaca y las actividades productivas de sus pobladores, resalta una de ellas en estos términos: “En Juliaca se fabrican tejidos de medias, calcetas, guantes, etc. de lanas de oveja y de vicuña”. En 1925, con ocasión del centenario de Puno, en la justificación que emitiera a nivel nacional la Comisión Organizadora encargada de los festejos de tal efeméride, se destacaban las actividades productivas peculiares de diversas localidades; de Juliaca se anotaba que sus pobladores fabrican “Calcetines, guantes, guitarras, etc.”. En 1926, Víctor Villar Chamorro escribía: En Juliaca, “Elemento pintoresco y atractivo es la industria indígena de tejidos de lanas, cuya actividad mueve considerable número de nativos”.

En el decurso de los primeros 82 años de vida provincial, numerosos poetas, narradores, periodistas, maestros e historiadores, han dado forma y sustento al apelativo, materia del presente artículo.

El periodista, maestro y músico Pascual Carpio Idiáquez, compuso las letras de La Calcetera. Esta canción emblemática de Juliaca, en sus dos primeros versos dice: “Una preciosa calcetera / pareció bajar del cielo”. El autor de estas letras, Pascual Carpio, en una entrevista señaló que se inspiró en las “inmensas pampas de Juliaca y en las calceteras con sus tejidos bonitos”.

El poeta y maestro Vicente Benavente Calla es quien mejor dedicó su lírica a la Calcetera, como símbolo de la mujer laboriosa de Juliaca, que teje prendas no sólo para contrarrestar el frío, sino para el engrandecimiento de esta población, llamada a mejores destinos. Uno de sus poemas mejor logrados es, precisamente, el que lleva por título Calcetera, escrito en 1949. Apreciemos sus versos iniciales: “Risueña calcetera / tierna golondrina de la pampa, / donde la primera estrella del día / te saluda las manos. / Hija juliaqueña de armonías tejida, /...”. Este poema simboliza el inicio de la poesía calcetera, de la poesía con identidad.

En 1963, las calceteras se organizaron y constituyeron el Sindicato Único de Calceteras de la Provincia de San Román, siendo su primera Presidenta la señora Lidia Vargas. Las calceteras individualmente y junto a su organización, han contribuido con el desarrollo de Juliaca. Ellas, por ejemplo, intervinieron activamente en los sucesos de noviembre de 1965, en defensa de los intereses de la población juliaqueña. Actualmente se encuentran concentradas en la Galería Artesanal de Las Calceteras, en la Plaza Bolognesi. También debe resaltarse el papel que cumplen las numerosas tejedoras manuales del medio rural.

Finalmente, es importante puntualizar que es necesario e ineludible propender y priorizar un mayor y mejor desarrollo del arte textil. Para tal propósito, la materia prima, es decir la lana, debe transformarse aquí. Esto significa, fomentar la industria textil a gran escala, con todas sus actividades complementarias, de manera que se genere valor agregado para beneficio de nuestro medio. De esta forma, estaremos contribuyendo con el desarrollo integral del altiplano y haciendo honor a uno de los símbolos de Juliaca: “La Calcetera”.

Escribe: René Calsín Anco

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