Juliaca Maravillosa: el transporte público.

Antes la Ciudad Calcetera era elogiada por los triciclos, porque era una movilidad que no contaminaba, y los riesgos de inseguridad eran menores. Con el tiempo fueron desplazados por mototaxis, y junto con ello se ha duplicado la congestión en las arterias de la ciudad, mientras en la periferia se han incrementado los asaltos, asesinatos, violaciones en el interior de dichas unidades, sobre todo en la nocturnidad.

De las combis aún es más trágico los servicios que prestan: llevan a los usuarios en las peores condiciones, como sardinas, colgados sin importarles los accidentes que puedan ocasionar; suben los pasaje a la tarifa que mejor les convenga. De los taxis ni qué decir: son los más caros del Perú. En ninguna ciudad es tan costoso como en Juliaca. La palabra amabilidad les es tan ajena a su naturaleza, que nunca reconocerían algún error o exageración en las tarifas.

Los terminales pueden funcionar en cualquier lugar, hasta en una pollería, chifa, tienda comercial o de cualquier carpa pueden salir carros; los desbordes que ocurren quizá es porque las políticas municipales tienen preferencias, mientras algunos transportistas son multados y bloqueados sus terminales, otras empresas siguen saliendo de jirón Lima. Tal vez tengan alguna preferencia, porque tiene como nombre de alguna virgen o santo, “Fátima, San Pedro”. El trato que da la Gerencia de Transportes es controversial: contra algunos se esmera en hacer cumplir las ordenanzas municipales, pero para otros se hace de la vista gorda.

Algunos derechos que tienen los juliaqueños con el bien común. Si su calle está asfaltada o pavimentada y no tiene el servicio de agua o desagüe, puede excavar y dejarlo abandonado. Así acelerará el deterioro de las pistas. Si vinieron sus amigos a casa y hay una pelota, pueden bloquear la calle y que el resto transite por otras vías. Si organiza una fiesta (matrimonio, corte de pelo o es alferado) puede armar una carpa y celebrarlo ahí, no es necesario ir al municipio, pues nadie le dirá nada. Si va a construir o techar su casa, puede descargar en plena vía todos los materiales de construcción, aunque incomode a todos es deber de todo juliaqueño soportar dichas molestias. Si en tu casa no hay agua, puedes ir al puente Maravillas o Independencia a lavar tu carro o moto, pues de ese río consumen todos los juliaqueños. Hay tantas otras advertencias que un juliaqueño debe saber, pero creo que es preferible olvidarlas.

Autor: Juan Pío Mamani Chambi