El día tres de mayo de cada año
en nuestro medio se desarrolla la tradicional Feria de Alasitas y la Fiesta de
las Cruces, en forma simultánea. Estas costumbres, en Juliaca, tienen un
escenario común pero peculiaridades diferentes, siendo la primera la más
llamativa.
Feria de Alasitas:
“ALASITA” es una voz aymara que
se utiliza en los negocios y significa cómprame. Desde hace algunas décadas, en
nuestro medio, se ha institucionalizado y se ha convertido en tradición la
llamada Feria de Alasitas, la misma que ha encontrado por escenario los cerros
Santa Cruz y Calvario cada 3 de mayo y el Cerro Colorado una semana después.
Esta feria se caracteriza por la venta y compra de productos en miniatura que
simbolizan deseos realizados.
En la Feria de Alasitas o Feria
de las Miniaturas, los sueños se hacen realidad, allí, en el paraíso de la
fantasía, uno puede comprar con gran facilidad el vehículo, el terreno, la
casa, el edificio, la empresa, la profesión o el título deseado, o conseguir el
ansiado dinero (soles, dólares o euros); asimismo allí se pueden adquirir un
sin fin de herramientas, joyas, abarrotes, computadoras, cocinas, ollas, y
demás muebles que anhelamos tener en la vida real. Estos simbólicos objetos,
que no son juguetes, son adquiridos con la esperanza de que “pronto” se
conviertan en una maravillosa realidad, y para tal se tiene que cumplir con un
ritual característico.
En los inicios de esta práctica
andina, que pervive por siglos, las transacciones se efectuaban a través del
trueque, luego con objetos especiales como piedras planas, objetos metálicos,
botones y otros utensilios. En la actualidad, esta costumbre se ha convertido
en un verdadero negocio, en donde la “cultura de Alasitas” viene siendo obstruida
por la feria de las parrilladas y bebidas alcohólicas.
Lamentablemente, la mayoría de
los productos de artesanía que se exhiben, no proceden de las canteras
calceteras, pues se observa la marcada presencia del producto boliviano.
El Ekeko:
Las alasitas o Feria de la
Ilusión, de los sueños o de la fantasía, tiene como eje central a un singular
personaje conocido como Ekeko, el mismo que habría surgido en los andes
peruano-boliviano, aproximadamente en el siglo IX d.C. No olvidemos que los
primeros grupos culturales que se desarrollaron en nuestro altiplano crearon
una hermosa constelación de divinidades con fulgores peculiares, y uno de ellos
fue el que ahora conocemos como Ekeko. Este engendro Tiawanaco aumentó su
prestigio y fama durante el apogeo de las sociedades aymaras.
En tiempos pre-hispánicos, el
Ekeko simbolizaba la abundancia, la alegría, el amor, la fertilidad, la
prosperidad y la fortuna; estas cualidades ahora perviven con mayor incidencia
en los devotos que no esconden su fe en este diosecillo andino.
El Ekeko, como amuleto aymara o
ídolo kolla, a lo largo de su existencia fue varias veces recreado y
reinterpretado en cada pueblo y momento histórico. Hoy se la representa como un
enano mágico de piel blanca, figura obesa, cabeza grande, semicalvo y con la
mirada altiva, vientre abultado, jorobado, con rostro alegre, boca abierta, con
bigotes cortos, vestido con una chaqueta corta que no logra cerrarse,
pantalones cortos y oscuros, faja ancha y multicolor y lleva un chullo
policromo. En algunos casos se le representa con ojotas y en otros con zapatos,
y a veces usa sombrero mestizo. Con los brazos extendidos y la mirada de quien
ríe a carcajadas, con su infaltable cigarrillo, el Ekeko está ataviado por una
gran cantidad de pequeños objetos y vituallas que no está dispuesto a regalar
como Santa Claus o Papa Noel, sino que son objetos soñados o anhelados. En este
amuleto andino están sintetizados casi todos los objetos ofertados en la Feria
de Alasitas.
El Ekeko es considerado como la
deidad de la abundancia y con mágicos poderes de realización de utopías, y
quienes la observaron y estudiaron, le dieron diferentes apelativos, siendo los
más frecuentes los siguientes:
• “Mensajero de la abundancia”.
• “Diosecillo de la abundancia y
la prosperidad”.
• “Portador de la magia”.
• “Portentoso amuleto aymara”.
• “Hacedor de utopías”.
• “Idolillo Kolla”.
• “Mercachifle convertido en
ídolo de la buena suerte”.
• “Amuleto deforme y hermoso a la
vez”.
• “Hombrecillo obeso y jorobado”
• “Pequeño y diabólico
diosecillo”.
• “Muñeco jorobadito, rubicundo”.
• “Muñequito milagrero”.
Este elemento integrador de la
cultura andina, cada vez tiene mayores devotos y por ello, la Feria de Alasitas
no culmina con la simple adquisición de los productos de la “Artesanía de la
Ilusión”, sino que lo más importante radica en el acto de la Sahumada con
incienso y la Ch’allada; esto se hace con fe, tanto sobre los objetos comprados
así como sobre el Ekeko, que viene a ser la figura central de estos rituales.
La base de estas costumbres se
encuentra en la creencia de que los objetos en miniatura que se adquirieron en
la “Isla de la Fantasía”, se hagan realidad en los meses sucesivos. De ahí que
el Ekeko goza de gran prestigio y su culto se efectúa encendiendo,
periódicamente, su cigarrillo, y en su festividad se le da un poco de coca,
alcohol o vino, y se le rodea con serpentinas invocando la pronta realización
de los sueños.
Son pocos los hogares juliaqueños
que no tengan esta estatuilla que no excede de 25 cm. de alto.
Autor: Hugo Apaza Q.
FUENTE: "Temas Históricos de
Juliaca". Edicion 2010
1 comentarios:
Muy buen artículo, muchas gracias por compartir amigo, felicitaciones.
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