El día sábado antes del día esperado del carnaval en Juliaca, se efectúa la entrada del “Ño carnavalón”, con presencia de algún personaje “fantoche” o muñeco confeccionado en base a carrizos y papel a colores, representa algún personaje de mala reputación, paseado por las calles acompañado de una comparsa o varias de tarqadas y algunas “caretas” diabólicas. Los jóvenes pintarrajean a todos quienes encuentran a su paso con polvos amarrados en medias de Nylon (matacholas) y chisguetes de “spray”.
Terminado el paseo, con arengas alusivos al carnaval y cantos y baile al son de tarqas y banda de músicos, el fantoche es guardado hasta el día “miércoles de ceniza” en que es llevado desde el coliseo municipal hasta el anfiteatro natural de la Rinconada donde se realiza el concurso de danzas autóctonas que organiza la ASFOCHIJU (Chiñipilcos); concluido este, es incinerado previa lectura de su testamento y la tristeza de la “viuda”, siendo la más agraciada, así como otros personajes que heredan algunos bienes y fortuna, como en algún caso, el fortín fueron los “Once Millones” que los jesuitas dejaron escondido y enterrado en el cerro Monos-Espinal juliaqueño.
Terminado el paseo, con arengas alusivos al carnaval y cantos y baile al son de tarqas y banda de músicos, el fantoche es guardado hasta el día “miércoles de ceniza” en que es llevado desde el coliseo municipal hasta el anfiteatro natural de la Rinconada donde se realiza el concurso de danzas autóctonas que organiza la ASFOCHIJU (Chiñipilcos); concluido este, es incinerado previa lectura de su testamento y la tristeza de la “viuda”, siendo la más agraciada, así como otros personajes que heredan algunos bienes y fortuna, como en algún caso, el fortín fueron los “Once Millones” que los jesuitas dejaron escondido y enterrado en el cerro Monos-Espinal juliaqueño.
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