Miles de puneños, guiados por su fe, cruzan la frontera boliviana por la provincia de Yunguyo, para adorar a la Virgen de Copacabana.
Los peregrinos que en su mayoría se trasladan con sus autos para recibir la bendición del sacerdote boliviano, hacen largas colas desde la ciudad de Yunguyo, capital de la provincia fronteriza de nuestro país.
En la ciudad boliviana, autos de diferentes tamaños y modelos hacen colas para llegar a las plazas 2 de Febrero, donde el religioso bendecirá las unidades vehiculares.
La celebración es el 5 de agosto, aunque su entronización se recuerda cada 2 de febrero. Como cada año, las actividades comenzaron el 27 de julio, desde ese día, miles de devotos peruanos comenzaron a llegar, en pareja o familia.
El viaje
Desde Puno miles viajan aprovechando las vacacione de medio año de los escolares. La mayoría se traslada a bordo de vehículos particulares hasta la ciudad fronteriza, para cruzar la frontera y llegar al santuario de la mamita para recibir la bendición y luego realizar la c’halla.
Los que abordan vehículos interprovinciales deben pagar pasajes que sobrepasan los 10 soles desde la ciudad de Puno, luego cruzar la frontera sin tener que sacar el salvoconducto u otro documento. El pasaje hasta Copacabana desde Kazani cuesta entre 4 o 5 pesos bolivianos, equivalentes a 2 soles.
Antes del trayecto, en Kazani se deben cambiar las nuevos soles por los pesos, aunque los comerciantes prefieren cobrar en soles porque obtienen mayor ganancia. Lo recomendable es cambiarlo.
La mayoría de las unidades que cruzan la frontera, según la policía, son vehículos que llegaron desde Arequipa, y esta se hace notoria por el color amarrillo de los ticos.
En Cocapabana
En el día central, la plaza 2 de febrero está repleta por feligreses quienes pugnan por ingresar al santuario. Otros adornan el manto de la réplica de imagen que está afuera de la catedral.
Muchos rozan los billetes de alasitas adquiridas, también vehículos, casas y todas las pretensiones que solicitarán a la Virgen de Copacabana. Otros en cambio agradecen las bendiciones recibidas.
Al calvario ‘El Mirador del Lago’
Para ascender al calvario se deben recorrer unos 2 kilómetros. En el trayecto, los feligreses arrojan piedrecillas en cada estación, mientras que en el camino los comerciantes ofrecen productos de alasitas.
Según las creencias, uno debe comprar todo lo añorado con mucha fe y luego en lo alto del calvario implorar a la mamita de Copacabana para que esta se haga realidad.
En una explanada cercana a la cima, cientos de chamanes conocidos como yatiris realizan la c’halla a los productos de alasitas. Los yatiris nunca ponen precio al trabajo, pues el pago es la voluntad de cada persona.
En la cumbre de El Calavario existe otra réplica de la virgen. Los devotos aseguran que esta es muy milagrosa y para tocarla hacen una cola extensa, lo que impide el paso de otros fieles.
Antes aprovechan para pasar la horca del Inca, una especie de formación rocosa en forma de huevo. Dicen que si uno no logra traspasarla podría morir; caso contrario, si el paso resulta fácil anuncia un buen augurio.
En la boca del sapo
La peregrinación no termina con ascender al calvario. Los peregrinos abordan lanchas y navegan por el lago Titicaca para trasladar hasta donde se ubica la boca del sapo.
Los creyentes en el lugar compran vino o champagne para arrojarla a la boca del sapo. La creencia indica que si la botella es rota en la boca del sapo será un buen año. No romperla en la boca augura mala suerte.
Autos en la playa
Por la escasez de hospedajes, los feligreses suelen pernoctar en la playa de Copacabana a bordo de sus unidades vehiculares. En esta muchos realizan la c’halla adornando a los vehículos con flores como la cantuta y otros.
Los peregrinos que en su mayoría se trasladan con sus autos para recibir la bendición del sacerdote boliviano, hacen largas colas desde la ciudad de Yunguyo, capital de la provincia fronteriza de nuestro país.
En la ciudad boliviana, autos de diferentes tamaños y modelos hacen colas para llegar a las plazas 2 de Febrero, donde el religioso bendecirá las unidades vehiculares.
La celebración es el 5 de agosto, aunque su entronización se recuerda cada 2 de febrero. Como cada año, las actividades comenzaron el 27 de julio, desde ese día, miles de devotos peruanos comenzaron a llegar, en pareja o familia.
El viaje
Desde Puno miles viajan aprovechando las vacacione de medio año de los escolares. La mayoría se traslada a bordo de vehículos particulares hasta la ciudad fronteriza, para cruzar la frontera y llegar al santuario de la mamita para recibir la bendición y luego realizar la c’halla.
Los que abordan vehículos interprovinciales deben pagar pasajes que sobrepasan los 10 soles desde la ciudad de Puno, luego cruzar la frontera sin tener que sacar el salvoconducto u otro documento. El pasaje hasta Copacabana desde Kazani cuesta entre 4 o 5 pesos bolivianos, equivalentes a 2 soles.
Antes del trayecto, en Kazani se deben cambiar las nuevos soles por los pesos, aunque los comerciantes prefieren cobrar en soles porque obtienen mayor ganancia. Lo recomendable es cambiarlo.
La mayoría de las unidades que cruzan la frontera, según la policía, son vehículos que llegaron desde Arequipa, y esta se hace notoria por el color amarrillo de los ticos.
En Cocapabana
En el día central, la plaza 2 de febrero está repleta por feligreses quienes pugnan por ingresar al santuario. Otros adornan el manto de la réplica de imagen que está afuera de la catedral.
Muchos rozan los billetes de alasitas adquiridas, también vehículos, casas y todas las pretensiones que solicitarán a la Virgen de Copacabana. Otros en cambio agradecen las bendiciones recibidas.
Al calvario ‘El Mirador del Lago’
Para ascender al calvario se deben recorrer unos 2 kilómetros. En el trayecto, los feligreses arrojan piedrecillas en cada estación, mientras que en el camino los comerciantes ofrecen productos de alasitas.
Según las creencias, uno debe comprar todo lo añorado con mucha fe y luego en lo alto del calvario implorar a la mamita de Copacabana para que esta se haga realidad.
En una explanada cercana a la cima, cientos de chamanes conocidos como yatiris realizan la c’halla a los productos de alasitas. Los yatiris nunca ponen precio al trabajo, pues el pago es la voluntad de cada persona.
En la cumbre de El Calavario existe otra réplica de la virgen. Los devotos aseguran que esta es muy milagrosa y para tocarla hacen una cola extensa, lo que impide el paso de otros fieles.
Antes aprovechan para pasar la horca del Inca, una especie de formación rocosa en forma de huevo. Dicen que si uno no logra traspasarla podría morir; caso contrario, si el paso resulta fácil anuncia un buen augurio.
En la boca del sapo
La peregrinación no termina con ascender al calvario. Los peregrinos abordan lanchas y navegan por el lago Titicaca para trasladar hasta donde se ubica la boca del sapo.
Los creyentes en el lugar compran vino o champagne para arrojarla a la boca del sapo. La creencia indica que si la botella es rota en la boca del sapo será un buen año. No romperla en la boca augura mala suerte.
Autos en la playa
Por la escasez de hospedajes, los feligreses suelen pernoctar en la playa de Copacabana a bordo de sus unidades vehiculares. En esta muchos realizan la c’halla adornando a los vehículos con flores como la cantuta y otros.
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